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Quiénes somos

La Familia Religiosa del Verbo Encarnado tuvo sus comienzos en Argentina, el 25 de marzo de 1984, fundada por el padre Carlos Miguel Buela.

Llevamos el nombre ‘del Verbo Encarnado’ en honor al Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, que fue el acontecimiento más grande de la historia y misterio en el cual centramos nuestra espiritualidad y del cual tomamos ejemplo para poder concretar nuestro fin especifico: inculturar el Evangelio, prolongando la Encarnación en todo hombre, en todo el hombre y en todas las manifestaciones del hombre.

Por gracia de Dios, el pequeño grupo nacido hace muy pocos años en la ciudad de San Rafael, Mendoza, ha florecido en diversas partes del mundo. Actualmente posee, en 42 países de los cinco continentes, misioneros y misioneras consagrados a Dios según sea su vocación, religiosa o laical.

Para poder ayudar a los cristianos de las Iglesias orientales, que forman parte del patrimonio indiviso de la Iglesia Universal, contamos con miembros de las tres órdenes trabajando también con católicos orientales.

La Familia Religiosa está formada por dos Institutos religiosos y una tercera orden laical:

  1. El Instituto ‘del Verbo Encarnado’ (IVE) es un instituto clerical, es decir que la mayor parte de sus miembros son sacerdotes. Contamos también con religiosos no clérigos llamados hermanos coadjutores. El Instituto tiene dos ramas, una apostólica y una de vida contemplativa. 
  2. El Instituto ‘Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará’ (SSVM) es la rama religiosa femenina de nuestra Familia. El Instituto está formado por hermanas tanto de vida apostólica como de vida contemplativa.
  3. La tercera orden ‘secular’ es una asociación de fieles laicos cuyos miembros, viviendo en el mundo, desean participar de nuestro espíritu formando parte de nuestra Familia. Posee diversos niveles de pertenencia, que incluyen, en su nivel más alto, la consagración laical bajo voto.

Es también nuestra intención manifestar nuestro amor y agradecimiento a la Santísima Virgen, pidiendo obtener su ayuda imprescindible para prolongar la Encarnación en todas las cosas, mediante la profesión de un cuarto voto de esclavitud mariana según San Luis María Grignon de Montfort.

Este cuarto voto (los tres primero son los de castidad, pobreza y obediencia) lo se realiza en el primer año de formación, en el año del noviciado.

Para alcanzar una disposición de suma, total e irrestricta docilidad al Espíritu Santo, necesitamos que la Santísima Virgen sea el modelo, la guía, la forma de todos nuestros actos, por todo lo cual, con todas las fuerzas del alma, y del corazón, hoy y siempre, decimos: ¡TOTUS TUUS, MARIA!

Este voto nos obliga a hacer todo con, por, en y para María, marianizando nuestra vida en una materna esclavitud de amor.

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