Esta consagración a María, mediante un cuarto voto, es hecha como “materna esclavitud de amor”, según el modo admirablemente expuesto por San Luis María Grignion de Montfort. Tal esclavitud es llamada por él “esclavitud de voluntad” o “de amor”[7], ya que libre y voluntariamente, sólo movidos por el amor, hacemos ofrenda de todos nuestros bienes y de nosotros mismos a María, y por Ella a Jesucristo. Esto no es sino renovar, más plena y conscientemente, las promesas hechas en el Bautismo, en el cual fuimos revestidos de Cristo[8], y en la profesión religiosa.
Por esta esclavitud de amor, no sólo ofrecemos a Cristo por María nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestros bienes exteriores, sino incluso nuestras buenas obras, pasadas, presentes y futuras, con todo su valor satisfactorio y meritorio, a fin de que Ella disponga de todo según su beneplácito[9], seguros de que, por María, Madre del Verbo Encarnado, debemos ir a Él, y que Ella ha de formar “grandes santos”[10]
[7] Tratado de la Verdadera devoción a María Santísima de San Luis María, NN 70, 72.
[8] Cf. Gal 3,27.
[9] Cf. Tratado de la Verdadera devoción a María Santísima de San Luis María, NN 121-125.
[10] Ibidem, N 47