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Los apostolados propios en la Parroquia

Limatambo, 23 de noviembre de 2022

Memoria del Beato Miguel A. Pro.

Después de unos meses sin escribir, retomamos este servicio que tanto bien hace a las almas que siguen las misiones del Instituto, en los distintos puntos y confines del mundo.

Podríamos decir que Limatambo, tras la inactividad de estos dos años de pandemia, está reviviendo en lo tocante a la actividad pastoral. Levantadas, ya, todas las restricciones, pero, sobre todo, vencido en gran parte el miedo, se nos ofrece ahora la oportunidad de lanzarnos de lleno al apostolado, con esfuerzo y sacrificio, pero también con un nuevo entusiasmo, apasionado y apasionante, recordando el deseo ardiente del Sumo Pontífice San Pablo VI: “Ojalá el mundo actual pueda recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo”.

¿Qué hacer? ¿Qué obras emprender en bien de las almas confiadas? Pues sin lugar a dudas que una parroquia es campo propicio y preciado para desplegar nuestros así llamados “apostolados propios”, deseando trabajar con tal incisividad que las almas puedan beneficiarse de toda la virtualidad que éstos encierran. Creo firmemente que debemos hacer todo el esfuerzo posible para no privar a los fieles de nuestras parroquias de aquello que es “nuestro”.

Es así como en la presente crónica deseo compartir con ustedes tres apostolados propios que hemos emprendido y realizado en estos últimos meses, entre otras actividades pastorales a las que ya me referí en crónicas anteriores. Paso a contar.

Procurar que la Santa Misa dominical sea el centro de la vida parroquial. Pues aquí se trata de lo que siempre se nos ha inculcado desde nuestra formación inicial: hacer que nuestras celebraciones sean cada vez más vívidas y vividas. Para ello, buscamos ensayar los cantos diez minutos antes de la misa, después del rezo del Santo Rosario; dar participación a los fieles en los distintos oficios (lecturas, ofrendas, guion de misa); formar cada vez mejor a nuestros monaguillos; destinar algunos domingos para predicar sobre las distintas partes de la misa, o ir haciendo lo que se conoce como “misa explicada”. El fin siempre será el mismo: procurar que nuestros fieles participen de la Santa Misa dominical de una manera cada vez más consciente, activa y fructuosa.

Oratorio festivo “San Juan Bosco”. El 22 de octubre pasado, fiesta de nuestro Padre espiritual, San Juan Pablo II, hemos podido dar inicio al Oratorio festivo, para niños y jóvenes, y en nuestras dos parroquias del Cusco. En el caso de Limatambo, hemos “bautizado” nuestro Oratorio con el nombre de “San Juan Bosco”, con el objetivo de obtener del Padre y Maestro de la juventud las gracias necesarias para hacer un auténtico bien a los niños y jóvenes. Deseamos ardientemente, dentro de nuestras limitaciones, imbuir este apostolado propio del genuino espíritu oratoriano legado a la Iglesia por San Juan Bosco, y consignado en nuestro Directorio de Oratorios.

Cada sábado la jornada de Oratorio se desarrolla con total simpleza: empezamos en la iglesia parroquial con las oraciones de inicio, luego viene las Buenas tardes, en las que estamos siguiendo los consejos del librito “El joven cristiano” (de Don Bosco mismo), el canto a la Virgen María, y una breve procesión con la imagen de la Virgen de Luján hacia el salón parroquial, en donde tienen lugar los juegos recreativos; finalmente, después de un tiempo considerable de recreación sana, regresamos en procesión al templo parroquial para el rezo del Santo Rosario y la celebración de la Santa Misa, preparada para y por los jóvenes y niños que asisten al Oratorio. Es gratificante comprobar que los muchachos y chicas que asisten ya han asimilado la finalidad de este apostolado: formarse humanamente, crecer como verdaderos cristianos y recrearse sanamente. ¡Y además son bien conscientes de que evitamos que el diablo robe sus almas en este día sábado, que poco o nada tienen para hacer! “La salvación de los jóvenes, ¡lo demás no importa!”.

Jornada de las Familias. Siempre tuve la convicción, por pura gracia de Dios, de que en los lugares a donde somos enviados, debemos sembrar con la semilla que la Iglesia puso en nuestras alforjas: ¡nada más y nada menos que la fuerza intrínseca y sobrenatural de nuestro propio fin específico! Es la Madre Iglesia la que nos envía a enriquecer una Diócesis, una parroquia, con nuestro carisma y con todos los elementos de nuestra espiritualidad y de nuestros apostolados. Por eso creo que jamás debemos claudicar en el intento de organizar aquellas actividades que son propias de nuestra Familia Religiosa, aunque al comienzo se den, como quien dice, “a bajo perfil”. Espero no cansar al lector, pero insisto en que no debemos privar a nuestros fieles de aquello que tanto bien nos hizo a nosotros mismos, y que tanto bien hace a las almas en otras misiones.

El 20 de noviembre pasado hemos organizado la Jornada de las Familias, para nuestras dos parroquias: ¡y sí…! Como podrán ver en las fotos, pocas familias, pocos participantes; pero con dos frutos innegables: uno, el haber comenzado; otro, el bien que se pudo hacer. Todo lo cual es inmensamente más grande que no haber hecho nada.Dos conferencias, la Santa Misa, el rezo del Rosario y el almuerzo compartido entre todos. ¡Bendito sea Dios!

Y así vemos cómo la parroquia va creciendo, y va cobrando más vida. Al lado de estos apostolados que he mencionado, también está el hecho de tener que atender, todos los días, a los niños y jóvenes de la catequesis y de los grupos, que vienen a jugar cada tarde. El bullicio juvenil de cada tarde que hace ver al misionero que la parroquia es “Madre”, y que no deja de engendrar nuevos hijos por la gracia, por la predicación y el sacrificio; hijos que son confiados, a su vez, a la solicitud paternal del misionero.

Recemos por todas las parroquias confiadas al Instituto del Verbo Encarnado: que por medio de ellas podamos prolongar la Encarnación, a través de tan cualificados medios que tenemos, como son nuestros apostolados propios. 

¡Hasta la próxima!

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