Ushetu, Tanzania, 20 de abril de 2020
Queridos amigos de nuestra misión de Tanzania, espero que estén muy bien. Estamos llegando al final de la época de lluvias, y es una época hermosa, que a mí me encanta. La naturaleza revive, todo se ve verde, los cultivos animan el alma y el cuerpo, miles de pájaros de distinto tipo cantan después de la lluvia, y el ánimo de la gente muestra también esta alegría de que tenemos agua… y cosecha. Por el lado del trabajo misionero, este tiempo trae algunas dificultades, como las vías destrozadas, ríos que se llevan parte del camino, regiones a las que no se puede llegar, la camioneta enterrada en el barro, actividades que se suspenden, gente que no puede llegar a la iglesia en un día de lluvia torrencial, y tantas cosas que ustedes se pueden imaginar. Pero son cosas propias de la misión, y con un poco de buen ánimo, siempre se puede sobrellevar, ofreciendo a Dios esos sacrificios por el bien de las almas.
Hoy es un día lluvioso y hace minutos nomás tuvimos un aguacero muy lindo. Lo disfrutamos sobre todo porque al ser un día de descanso, estamos en la casa. Si nos tocara una lluvia así en el camino de visita a aldeas lejanas, singnificaría una cuota más de sacrificio. Pero hoy es un motivo de más alegría. Creo que la mayoría de ustedes, que están en estos momentos en sus casas por causa de la cuarentena, añorarían tener la posibilidad de poder salir al campo, hacer un paseo a la montaña, comer algo junto al río. El tiempo de estar en casa, me imagino, les ha dado oportunidad de rezar más, de leer algunas cosas, de conversar más con la familia, de hacer actividades más espirituales y en algunos casos, dedicarse al arte… que siempre necesita momentos de tranquilidad y reflexión.
Hoy estoy en casa y disfrutando de esta lluvia, me he acordado de todos ustedes. Rezamos unos por otros. Pero aprovechemos a rezar y leer también, y a los que Dios les conceda, también a producir en el plano espiritual. Hoy me encontré casi por casualidad con una hermosa proesía escrita por un sacerdote de nuestra Congregación del Verbo Encarnado, el P. Marcelo Javier Navarro, IVE. Él publicó un hermoso libro en el año 2007 con el título de «Poesía Sacra», y tuvo la atención de regalármelo, porque somos amigos de hace mucho… compartimos muchos años del seminario. Hoy me dí el gusto de volver a leer una poesía que siempre me atrajo, y le agradezco. Expresa mucho de lo que vive y alienta a un misionero.
Se las comparto, y que la disfruten ustedes también. Tómense el tiempo… son pocos minutos, y hoy se mide el tiempo en minutos… aunque la cuarentena nos ha obligado a reposar, y dar más tiempo a estas cosas.
No quiero agregar muchas fotos, porque no es el motivo de hoy… va una foto de el jueves pasado, bendiciendo a la parroquia con el Santísimo Sacramento.
Un abrazo.
¡Firmes en la brecha!